Querido
diario:
Hoy,
30 de julio me he levantado a la hora habitual, a eso de las 8:30 de la mañana,
al son del toque de trompeta del campamento. Y así por encima digamos que he
tenido un día más, nada a destacar: me he vestido, he desayunado, he leído un rato,
he dado un paseo bordeando la verja, he comido, he vuelto a leer…ups! Casi se
me olvida.
¿Cómo he podido pasar por alto algo como esto? No, no, para nada,
hoy no ha sido un día cualquiera. Hoy han llegado al campamento un grupo de
jóvenes que se hacen llamar Juniors Anawin. Me ha contado el mayordomo que por
la tarde han estado entrenando con él para poder demostrar su valía. También me
ha dicho que les ha enseñado su tesoro, la biblioteca. Aquí es cuando se ha
torcido el asunto, porque el mayordomo ha echado en falta unos libros y
enseguida ha pensado que habían sido los niños. ¡El problema es que la culpable
era yo!
Durante todo este tiempo no había pasado ningún incidente y yo sacaba y
metía los libros de la biblioteca sin que se diera cuenta. El caso es que han
ido buscando al ladrón en medio de la noche, es decir, me han ido buscando en
medio de la noche. Yo he empezado a huir, pero finalmente me han encontrado
pese al haber superado los obstáculos de los sin alma. Les he tenido que
explicar que únicamente cogía esos libros para evadirme de este lugar y poder
ser feliz aunque fuera un ratito.
Ellos han comprendido mi situación y han
hablado con el mayordomo para que me perdonara. Y bueno, esto ha sido todo por
hoy, me voy a descansar para afrontar el día de mañana, que apuesto que ¡será
genial!
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